¿Cuánto sabes de Corfú? Si la respuesta es casi nada estás en un error, porque esta isla minúscula, el territorio más occidental de Grecia, ocupa unas cuantas páginas en los libros de Historia. Por su capital –también se llama Corfú o Kérkyra, en griego– no han pasado todos –los otomanos no lo hicieron–, pero sí muchos, desde Homero –la cita en La Odisea–, hasta Sotirios Voulgaris –fundador del imperio Bvlgari– y el mismísimo James Bond, que esquió por estas aguas turquesa en Solo para tus ojos.
Pequeña, sorprendente y con mucho carácter, exploramos la capital de esta isla mínima y jónica que se expresa en clave cosmopolita y en la que caben dos fortalezas, una plaza inmensa –la mayor de los Balcanes–, tiendas de moda, rincones bohemios, playas y hasta un palacio.
1. Todo pasa por la (descomunal) Spianáda

También encontrarás reseñas de Corfú en los libros de récords, por ejemplo, con la Spianáda: la plaza más grande de los Balcanes y una de las más extensas de toda Europa. La ruta por Kérkyra debe comenzar por este gigantesco espacio que, como la isla entera, ha sido veneciano, francés, turco y británico. En realidad, este gran parque era el patio de armas del ejército veneciano.

Más tarde, los británicos convirtieron una parte en campo de cricket y, en la actualidad, Spianáda es un museo vivo donde repasar la historia de la ciudad, empezando por el Pabellón de Música y siguiendo por el monumento a Maitland o por el que conmemora la adhesión de Corfú y el resto de las Islas Jónicas a la Grecia continental, en 1864.
2. La Vieja Fortaleza, un espacio muy Babel

En la Spianáda está también el acceso a la Vieja Fortaleza, construida por los venecianos en el siglo XV sobre un edificio bizantino del siglo VIII y uno de los dos picos con que cuenta la ciudad y de los que toma su nombre: en griego, Coryphe significa picos. Rodeada por un foso –contrafosa en italiano–, la fortaleza se convirtió en una especie de isla artificial en la que sus sucesivos inquilinos levantaron espacios como la iglesia de San Jorge –la única en Grecia de estilo dórico– o la Torre del Reloj, que se ve desde la costa.

Una vez atravesada la contrafosa, junto a la estatua de Schulenberg, tómate tiempo para explorar este impresionante bastión de defensa, su biblioteca, el espacio de música y el faro, con una imponente paleta de tonos azules y una panorámica de lujo que llega hasta la vecina Albania.
3. Mirando al mar desde el Parque Lawrence Durrell


Sigue la costa, deja atrás el parque de Lawrence Durrell –el autor de El Cuarteto de Alejandría se enamoró de esta isla desde que pasó aquí su infancia – y los muros rosa de la iglesia ortodoxa Mandrakinas. La iglesia sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue restaurada en la década de 1950. Actualmente, se utiliza principalmente para bodas y bautizos.
4. Playa de Faliraki, un mini arenal urbano y bohemio


Si el calor aprieta y el clima se pone tropical, date un chapuzón en Faliraki, una playa de urgencia en el centro de la urbe. No tiene arena ni piedras, pero es un paréntesis de frescor en pleno Corfú y muy frecuentado por los lugareños. Lejos de los 32ºC que puede alcanzar la ciudad en julio y agosto, en noviembre el termómetro marca con facilidad los 19ºC, una temperatura más que agradable.
5. Palacio de San Miguel y San Jorge, el sitio donde empezó todo

Coge aire para admirar una de las joyas de Corfú: el Palacio de San Miguel y San Jorge, construido por los británicos a principios del siglo XIX, y no te pierdas su espléndida fachada neoclásica, con la estatua del segundo alto comisionado, Frederick Adam en la entrada. En la actualidad, este elegante edificio neoclásico alberga el Museo de Arte Sacro y, sus jardines –Jardines del Pueblo desde la caída de la monarquía–, conservan la escalera de hierro por la que la familia real bajaba al mar.

Entre estas paredes, en medio de una recepción real, se conocieron Juan Carlos I y Sofía, que entonces pertenecía a la realeza griega. Los reyes eméritos de España se conocieron aquí, formalizaron su relación y anunciaron su compromiso tras disfrutar un verano en el Palacio de San Miguel y San Jorge, en un entorno privilegiado rodeado de magnolias y palmeras.
6. El Listón, lo mejor para tomar el pulso a la ciudad

Sitúate en su parte occidental, ribeteada por el Listón. Esta hilera de soportales se construyó en 1807, durante la dominación francesa, a imagen de la Rue de Rivoli y, al igual que su copia parisina, es un vibrante motor de la ciudad.

Entras también en el primer paisaje urbano del país, en una ciudad cosmopolita que subraya su diferencia con este frontal que aglutina los estilos veneciano, francés y británico. Elige una terracita de alguno de sus bohemios cafés –Europe, Aegli, Ta Olimpia…– mientras decides tu próxima parada y revisas el plano de las kantounia, las callejuelas nombradas así por Capodistrias –primer gobernador del país– en 1830, el mismo que organizó los cantones en Suiza.
7. Campiello, muchos rincones con mucho que contar

A tu derecha, Campiello es el barrio más antiguo de la ciudad. Durante años, este asentamiento judío bombardeado en la II Guerra Mundial fue también uno de los más pobres, pero ahora se multiplican los apartamentos turísticos y el repiqueteo de los trolley sobre el pavimento. Aquí tienes rincones tan fotogénicos como la plaza Kremasti, un recoleto espacio para subir a tus redes sociales, con su pozo veneciano y sus hibiscus.

Otro rincón especial del barrio pero, esta vez, por su gran carga histórica, es la plaza Kostas Georgakis. Se llama así por la estatua dedicada al estudiante del mismo nombre, un joven corfiota que se quemó a lo bonzo en Génova para protestar contra la dictadura militar que ejercía Papadopoulos en Grecia.
8. San Espiridón, el buque insignia de la capital


Adéntrate en la calle Ayiou para visitar –¡por fin!– ese campanario que has visto desde cualquier punto de la ciudad. Es la iglesia San Spiridon, patrón de la isla, un templo con interesantes frescos y, en cuyo interior, conserva un sarcófago de plata con los restos del santo.


Cerca te encontrarás otra joya: la casa donde vivió el griego Sotirios Voulgaris –aunque nació en Epiro, otra localidad de Grecia–. Es el germen de lo que más tarde se convertiría en la Casa Bvlgari, la mítica joyería con su icónico león y la piña, el símbolo de la abundancia.
9. La Nueva Fortaleza, otra joya veneciana

Déjate llevar por el aroma a café, kumquat –Corfú produce 140 toneladas anuales de esta naranja enana–, y jabón de oliva hasta llegar a la Nueva Fortaleza. Es menos atractiva que la Vieja pero también veneciana y se construyó en el siglo XVI para resistir los ataques de los otomanos. En la actualidad alberga eventos, exposiciones y conciertos y es sede del Museo de Cerámica de Corfú.

Aprovecha para recorrer sus túneles y bastiones, admirar sus puertas venecianas, curiosear en el foso y disfrutar de unas panorámicas de lujo desde sus almenas. Además, en esta fortaleza –a la que muchos conocen como el Fuerte de San Marcos– cierras un círculo de lujo –el que incluye los dos castillos y el casco antiguo de la ciudad–, que la Unesco ha catalogado como Patrimonio de la Humanidad.
10. Dos arterias comerciales y muy particulares

De vuelta, sube por Georgiou Theotoki, una especie de vibrante ensanche que, junto a su continuación, Evgeniou Voulgareos, forma una gran arteria comercial con múltiples ramificaciones –como Nikiforou Theotokis y sus soportales– que llegan hasta el laberinto del casco antiguo. ¿Lo mejor? Deambula sin prisa y revisa las tiendas que reinventan la artesanía tradicional con nuevos diseños: Askaridis, Mezzo Mezzo, Must b., MiNiMis…

Reserva tiempo para visitar la iglesia de la Annunziata y, un poco más adelante, el antiguo Ayuntamiento y la Catedral Católica, para llegar de nuevo en la Spianáda, con sus tilos, artistas callejeros, skaters, colegiales, calesas, turistas… Antes de abandonar el casco antiguo y, por si hay algo que te extraña y no sabes qué es, un dato: en Corfú no hay mezquitas ni minaretes ni huellas de ocupación asiática.
11. Un paseo histórico mirando al mar

De vuelta al Liston, te recomendamos dejar atrás la zona peatonal y pasear por su continuación, la avenida Eleftheria. Su cercanía con el puerto te hará toparte con las avalanchas que, cada poco, desembarcan de los cruceros: ten en cuenta que Corfú es uno de los puertos estrella del Mediterráneo.

A cambio, estás lo bastante fuera del centro histórico como para disfrutar de esta antigua zona residencial, repleta de restaurantes y comercios de todo tipo, que culmina en el puerto deportivo, con su cancha de voley playa, su zona de baño y una nueva perspectiva de la Vieja Fortaleza.
La imagen que abre el texto es Vista de Kérkyra desde la Vieja Fortaleza, con la Spianáda, el campanario de San Spiridon, el puerto y la Nueva Fortaleza | EVG

